lunes, 29 de junio de 2009
MORTIFICACIÓN DE LA VISTA POR SAN ANTONIO MA. CLARET
"Es parte de la inocencia el ser uno ciego," decía Seneca. Y en verdad, por una triste experiencia sabemos que son infinitos los que se han precipitado en los vicios y crímenes, perdiendo la inocencia por la vista, cuya consideración arrebato a un filosofo gentil a que sus propias manos se arrancase los ojos, como refiere Tertuliano. Es vedad que un cristiano no puede ni debe imitar a este infeliz, que con un crimen pretendió evitar otros crímenes; pero si debe mortificar la vista a imitación de Jesucristo, Señor nuestro, que siempre la trajo modestamente recogida, por cuyo motivo los Evangelistas no refieren las veces que la levanto, como que era en El cosa singular y no acostumbrada. Por lo que tu procuraras mortificarla en los casos siguientes:
1.- Te abstendrás de mirar aquellos objetos que podrían suscitar en tu alma pensamientos pecaminosos como, son figuras deshonestas, comedias poco decentes, con especialidad si van acompañadas de baile, que por la circunstancia del modo de vestir y saltar debe considerarse como causa provocativa de pensamientos torpes. Y en efecto, muchísimos que en todo el decurso de la comedia habían tenido como adormecida la concupiscencia, al ver romper el baile sintieronse asaltados de un tropel de pensamientos impuros que , abrasándolos en el hizo cometer otros tantos pecados mortales. Son muchos los que experimentan lo que Alipio, de quien nos refiere San Agustín que fue al teatro con propósito de no mirar cosa mala; pero, puesto allí, miro peco e hizo pecar a otros. No vayas, pues tu a aquellas reuniones en la que los concurrentes visten con poca modestia a los bailes, digo y saraos; y cuando vayas por la calles y plazas, nunca fijes la vista en personas del otro sexo, especialmente si visten con menos decencia; y para que tu cuidado y recelo sea mayor cumple a mi deber decirle que hay ciertas personas de quienes se sirve el demonio como de banderín de enganche , cuyo oficio es reclutar almas para el infierno.
2.- También apartaras la vista de las cosas vanas, curiosas y no necesarias, diciendo como el Profeta: Apartad, Señor, mis ojos para que no vean la vanidad. El saber mortificarse en estas y otras coas, por inocentes y honestas que sean en sí, es un medio poderosísimo para adelantar en la perfección. De san Francisco de Borja se lee que cuando cazaba con halcones, en el acto de arrojarse estos sobre la presa, bajaba los ojos y se privaba de mirarlos; y de San Luis Gonzaga cuenta su historia que se privaba de mirar los espectáculos mas curiosos a que había de asistir por precisión. Haz tu lo mismo algunas veces, especialmente cuando por precisión hayas de andar por las calles , plazas y lugares públicos. Dije algunas veces, no siempre, porque exigir que lo hicieras siempre seria no conseguir nada, por pedir demasiado. Te causara alguna repugnancia al principio, lo sé; pero después experimentaras y amucha felicidad y con ella paz, alegría y merito en este mundo, y gran premio en el otro.
3.- Cuando no quieras mortificarte, sino dar algún recreo y solaz a la vista, mirando las flores, los arboles, jardines, edificios y otras cosas honestas por este estilo, y que no encierran peligro de pecar acostúmbrate a levantar el espíritu al Criador, pensando que El es el manantial y origen y que de Él han recibido aquellas criaturas u objetos cuanta hermosura, gracia y orden ves brillar en ellos, y dando un paso más di: Si tanto es la hermosura de las cosas del mundo que es un destierro, ¿Cual será la de la patria celestial?
jueves, 25 de junio de 2009
Modo Practico de Imitar Con Espíritu de Devoción a Jesucristo llevando la cruz.
El cristiano que desea ir en pos de Jesucristo llevando la Cruz, ha de tener presente que este nombre cristiano, quiere decir discípulo e imitador de Cristo, y que es indispensable, si quiere llevar con toda propiedad tan honorifico y noble titulo, hacer lo que en su santo Evangelio nos Encarga Jesús, a saber: que, si queremos ser discípulos suyos, hemos de oponernos o negarnos a nosotros mismos, tomar la cruz y seguirle. Con estas palabras, según explican los expositores, Jesucristo nos pide mortificación interna y externa, si le queremos seguir. La mortificación interna está comprendida en estas palabras: que se niegue a sí mismo, o que no tenga propia voluntad; y la mortificación externa, en estas otras: que tome su cruz. La mortificación, según la bella comparación de San Francisco de Sales, nos es tan necesaria como la sal para la conservación de las carnes; de suerte que así como sin sal las carnes muertas se echan a perder, fermentan y son luego pasto de gusanos, mas con la sal se conservan todo el año, así nosotros con la sal de la mortificación nos conservaremos en la virtud, y sin ella seremos pasto de todos los vicios, y por ultimo nos perderemos del todo, y he aquí por que San Pablo decía con tanta aseveración: Hermanos... si vivís según la carne, regalándola y no mortificándola moriréis os condenareis; empero si mortificáis la carne viviréis, os salvareis. Por lo tanto deseando yo vuestro provecho espiritual he juzgado muy del caso bosquejaros lo que entendemos por la palabra mortificación y el modo de practicarla para poder así ayudar al Señor a llevar la cruz.
Mortificar, pues, no significa matar, sino sujetar y refrenar; y así, la palabra mortificación dice lo mismo que una ordenación concierto y reglamento de los apetitos de la parte inferior del hombre, para que este siempre en armonía con la parte superior constituida por la razón ilustrada por la fe.
La mortificación es de dos maneras: una de obligación, y la otra de devoción. la de Obligación tiene por objeto refrenar o quitar todo cuanto nos pueda ser impedimento para cumplir los preceptos de la ley de Dios y las obligaciones del propio estado. La de supererogación o devoción tiende a privar de aquellas cosas que , aun cuando no sea malo o pecado el ejecutarlas, es , sin embargo, de gran provecho abstenerse de ellas, para ofrecer al señor un sacrificio que le es muy agradable. Por ejemplo: el mirar un ameno jardín, el beber un vaso de agua fresca, etc., no es en sí pecado, y sin embargo, es incalculable la utilidad que trae al espíritu el privarse de ello por amor de Dios y de María. y dije que la utilidad de esta especie de mortificación es incalculable, porque casi raya en la necesidad, por ser cosa muy probada que el que no sepa o no quiera mortificarse en la supererogación o devoción, tampoco sabrá ni podrá en lo que sea de obligación.
Esta mortificación de devoción se divide en activa y pasiva. La activa consiste en buscar por elección propia, y por el gran amor que uno tiene a Dios y a la Santísima Virgen, cosas que causen pena y humillación para ofrecerles así un obsequio. La pasiva consiste en sufrir con paciencia, resignación y conformidad con la voluntad de Dios todo cuanto nos causa pena sin haberlo nosotros buscado ni intentado, como son las persecuciones, calumnias, oprobios, robos, enfermedades, frio calor y otras cosas semejantes. Sin embargo de que la mortificación interna es la mejor y más noble, como que es el alma de todas ellas, para proceder con método daremos primero algunas nociones de la mortificación externa con que nos abriremos paso para lo demás.
lunes, 15 de junio de 2009
LA COMUNION EN LA MANO
Recibir Comunión en la mano debilita devoción frente al Santísimo, dice autoridad vaticana
El Arzobispo Albert Malcolm Ranjith, Secretario de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, subrayó que al recibir la Comunión en la mano se produce "un creciente debilitamiento de una conducta devota frente al Santísimo". En su opinión la Iglesia debería reconsiderar el permiso para recibirla de esta forma.
Mons. Ranjith recalcó que la Sagrada Eucaristía debe ser recibida "con reverencia y actitud de devota adoración". Resaltó que la práctica de recibir la comunión en la mano fue "introducida de manera abusiva y precipitada en algunos ámbitos" y posteriormente reconocida por el Vaticano. Además recordó que en Concilio Vaticano II nunca se legitimó esta práctica.
Aquí no se trata de argumentos capciosos, recalcó Mons. Ranjith, "creo que ha llegado la hora de evaluar esta práctica y reconsiderarla y, cuando sea necesario, dejarla", acotó.
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NO EXISTEN FUNDAMENTOS BIBLICOS para justificar el rito de la Comunión en la mano, sino más bien para denegarlo.
Dios revela el contenido litúrgico en el Antiguo Testamento, del que Cristo no viene a abolir "ni una sola tilde". El A. Testamento es como un cliché (negativo) que ha de revelarse en la Era Cristiana. el rito de no tocar las cosas sagradas (Num. 4, 15; II Sam 6, 1-9) Y hasta las primicias del trigo, los diezmos del vino y del aceite, que , como cosas santas estan reservadas a los sacerdotes que en Jerusalen asisten en la presencia de nuestro Dios, a pesar de que a ninguno del pueblo le es licio tocarlo con las manos.(Jdt 11, 13), se hace realidad en el nuevo Testamento cuando Cristo dice a la Magdalena (jn, 20, 17): ¡NOLI ME TANGERE! (No me toques), y se revalida cuando la Iglesia, llegada la madurez suficiente en la comprensión del misterio eucarístico, prohíbe la Comunión en la mano. Entonces se cumple también el Salmo 81: "Abre tu boca y Yo la llenaré", en un pasaje en que dios promete alimentar a sus fieles con "flor de arina y miel de la Roca".
Es la correcta interpretación de los textos sagrados en el tema, por cuanto la Iglesia prohibió esta práctica durante tantos siglos.
En el VI Concilio Ecuménico de Constantinopla (680-681) se prohíbe a los fieles que comulguen por sí mismos, y se amenaza con la Excomunión a los que tengan la osadía de hacerlo (Mansi XI, 969).
Sto. Tomás de Aquino, el "Doctor Angélico" nos dice: "Por reverencia a este Sacramento, ninguna cosa entra en contacto con Ella (La Eucaristía) a no ser que esté consagrada; por lo cual se consagran no solo el corporal sino también el Cáliz y, asimismo, las manos del Sacerdote, para tocar este Sacramento. De donde se deduce que a ningún otro le es lícito tacarlo" (Sum. T., III Q, 82, a, 3).
Por eso dice S. Francisco de Asís: "Sólo ellos (los Sacerdotes) deben administrarlo, y no otros". (Carta 2ª a todos los fieles, 35).
Estas prohibiciones son mantenidas por el Concilio de Trento (1545-1563) de crácter dogmático.
CAP. V. Del culto y veneración que se debe dar a este santísimo Sacramento.
No queda, pues, motivo alguno de duda en que todos los fieles cristianos hayan de venerar a este santísimo Sacramento, y prestarle, según la costumbre siempre recibida en la Iglesia católica, el culto de latría que se debe al mismo Dios. Ni se le debe tributar menos adoración con el pretexto de que fue instituido por Cristo nuestro Señor para recibirlo; pues creemos que está presente en él aquel mismo Dios de quien el Padre Eterno, introduciéndole en el mundo, dice: Adórenle todos los Angeles de Dios; el mismo a quien los Magos postrados adoraron; y quien finalmente, según el testimonio de la Escritura, fue adorado por los Apóstoles en Galilea.
Y la costumbre; aclarando es de rodillas y en la lengua; Para que al nombre de Jesus doble la rodilla todo cuanto hay en los cielos, en la tierra y en las regiones subterraneas.(Filipenses 2:10) leyendo este pasaje entenderiamos que no es una sugerencia, mas bien es un mandato.
"No es más santa la lengua que la mano".No es cuestión de anatomía sino de dignidad.
Podriamos argumentar;"En las manos es un gesto más natural". Pero en la Sagrada eucaristía nada es natural. Todo es sobrenatural.
Ya S. Agustín había advertido: "Sería una locura insolente el discutir qué se ha de hacer cuando toda la Iglesia universal tiene una práctica establecida...". (Carta 54, 6; a Jenaro). Una vez mas de rodillas y en la lengua.
El "Doctor Supremo", el Papa Pio XII, 15 siglos má tarde, mantenía la misma postura: "Hay que reprobar severamente la temeraria osadía de quienes introducen intencionadamente nuevas costumbres litúrgicas, o hacen renacer ritos ya deshusados, y que no están de acuerdo con las leyes y rúbricas vigentes". (Mediator Dei, 17).
E incluso el C. Vaticano II nos ofrece doctrina para descalificar la practica a la que nos referimos:
"Aunque cada uno de los Prelados, por sí solo, no posea la prerrogativa de la Infalibilidad, sin embargo, si todos ellos, aún estando dispersos por el mundo, pero manteniendo el vínculo de comunión entre sí y con el Sucesor de Pedro, convienen en un mismo parecer como Maestros auténticos que exponen como definitiva una Doctrina, en las cosas de la Fe y de costumbres, en ese caso, anuncian infaliblemente la Doctrina de Cristo". (L. G., 5).
Y la mayoría de Obispos convino en que la Comunión en la mano iba a ser perjudicial para la Iglesia. Se ha roto, pues, con la Tradición, uno de los Pilares de la Verdadera Iglesia.
ya con esto en mente, solo me queda aclara algunos puntos importantes:
¿Como recibir la Sagrada Comunion?
Para recibir la Sagrada Comunión debemos estar en comunión con Dios y con la Iglesia. El pecado mortal nos aleja de Dios y destruye la vida de gracia dentro de nosotros. Y no olvidarnos de hacerlo de rodillas (Filipenses 2:10)
La instrucción recuerda que el Misal Romano pide a las Conferencia
episcopales determinar la postura adecuada para recibir la Sagrada
Comunión. Los Obispos en los Estados Unidos han dicho que la norma
es recibir la Sagrada Comunión de pie, pero que no se puede negar la
Sagrada Comunión a aquellos que lo hacen de rodillas.
¿Que es el pecado mortal?
El pecado mortal es un acto que viola la ley de Dios en una materia grave, y hecho con pleno conocimiento y con deliberado consentimiento de la voluntad.
Si ya no estamos en estado de gracia debido al pecado mortal, estamos obligados a abstenernos de recibir la Sagrada Comunión hasta que nos hayamos reconciliado con Dios y la Iglesia. (Compendio de la Iglesia Catolica 291) CIC 1385-1389,1415
De La Imitacion de Cristo (16,4)Tomas de Kempis
4. Acércate, pues, con una fe firme y sencilla, y llégate al Sacramento con suma reverencia; y todo
lo que no puedes entender, encomiéndalo con seguridad al Dios todopoderoso. Dios no te engaña; el
que engaña es el que se cree a sí mismo demasiadamente. Dios anda con los sencillos, se descubre
a los humildes, y da entendimiento a los pequeños, alumbra a las almas puras, y esconde su gracia a
los curiosos y soberbios. La razón humana es flaca, y puede engañarse; mas la fe verdadera no
puede ser engañada.