viernes, 26 de febrero de 2010

Intimidad Divina P. Gabriel de Sta. M. Magdalena, O.C.D.


EL PECADO

Presencia de Dios. - ¡Oh Jesús Crucificado!

Hazme comprender la enorme malicia del pecado.

PUNTO PRIMERO.- La esencia de la perfección cristiana consiste en la unión con Dios mediante la caridad. Pero, mientras esta virtud, conformando nuestra voluntad con la voluntad divina nos une a Dios, el pecado grave, oponiéndose directamente a la voluntad de Dios, produce el efecto contrario. En otras palabras, la caridad es la fuerza que une al hombre a Dios, el pecado es la fuerza que lo aparta de Dios. El pecado grave, es, por lo tanto, el mayor enemigo de la vida espiritual, pues no solamente atenta contra ella, sino que la destruye en sus elementos constitutivos, la caridad y la gracia. Esta destrucción, esta muerte espiritual es justamente la consecuencia inevitable del pecado, acto por el cual el hombre se aparta voluntariamente de Dios, fuente de vida, de caridad y de gracia. Y así como una rama desgajada del tronco no puede vivir, lo mismo pasa en el alma que se separa de Dios.

Y aunque Dios, en su calidad de causa universal, continua estando presente en el alma del pecador, lo mismo que en todas las demás cosas, no lo está, sin embargo, como Padre, como Huésped, como Trinidad que se ofrece al alma como objeto de conocimiento y amo. Y el alma, creada para ser templo de la Trinidad, se hace de esta manera voluntariamente incapaz de vivir en compañía de la Santísima Trinidad, se cierra a sí misma el camino para la unión divina, y podríamos decir que obliga al mismo Dios a que rompa todas las relaciones de amistad con ella. Y todo esto por haber preferido al Bien sumo, que es Dios, el bien limitado y caduco de una miserable criatura, de una satisfacción egoísta, de un placer terreno. En esto consiste la malicia del pecado: repudiar el bien divino, traicionar al Creador, al Padre, al Amigo. «¡Oh, que no entendemos que es el pecado una guerra campal contra Dios de todos nuestros sentidos y potencias del alma! El que más puede, mas traiciones inventa contra su Rey (TJ. ex. 14,2)

¡Oh mi Dios y mi verdadera fortaleza! ¿Qué es esto, Señor , que para todo somos cobardes, si no es para contra Vos? Aquí se emplean todas las fuerzas de los hijos de Adán. Y si la razón no estuviesen tan ciega, no bastarían las de todos juntos para atreverse a tomar armas contra su Criador y sustentar guerra continua contra quien los puede hundir en los abismos en un momento; sino, como esta ciega, quedan como locos que buscan la muerte porque en su imaginación les parece con ella ganar la vida... ¡Oh Sabiduría que no se puede comprender! ¡Cómo fue necesario todo el amor que tenéis a vuestras criaturas para poder sufrir tanto desatino, y aguardar a que sanemos, y procurarlo con mil maneras de medios y remedios! Cosa es que me espanta cuando considero que falta el esfuerzo para irse a la mano de una cosa muy leve y que verdaderamente se hacen entender a sí mismos que no pueden, aunque quieren, quitarse de una ocasión y apartarse de un peligro adonde pierden el alma, y que tengamos esfuerzo y ánimo para acometer a una tan gran Majestad, como sois Vos. ¿Qué es esto , Bien mío? ¿qué es esto? ¿quién da estas fuerzas? (TJ. ex. 12-1-2)

PUNTO SEGUNDO.- Si queremos comprender mejor la malicia del pecado mortal, debemos considerar los desastrosos efectos que produce. Un solo pecado transformo en un instante a Lucifer de ángel de luz en príncipe de las tinieblas y lo hizo enemigo eterno de Dios. Un solo pecado privo a Adán y a Eva del estado de gracia y de amistad con Dios, despojándolos de todos los dones sobrenaturales y preternaturales y condescendientes. Un solo pecado basto para abrir un abismo entre Dios y los hombres, cerrando al género humano toda posibilidad de unirse con Dios.

Pero la malicia y la fuerza destructora del pecado aparecen todavía mas en al Pasión de Jesús. Los miembros desgarrados de Cristo y su muerte de cruz dolorosísima nos dicen que el pecado es una especia de deicidio. Jesús, el más hermoso de los hijos de los hombres, quiso cargar sobre si el efecto de nuestros pecados, apareciendo «despreciado, desecho de los hombres, varón de dolores..., traspasado por nuestras iniquidades», de tal manera que «desde, la planta del pie hasta la cabeza no hay en El nada sano» (Is.53,3 y 5;1,6) El pecado martirizo a Cristo y lo condujo a la muerte; pero El abrazo voluntariamente su Pasión y muerte, «quia ipse voluit» (Ib. 53,7), porque quiso con su muerte destruir el pecado y restaurar en el hombre la amistad divina.

Jesús, nuestra Cabeza, quiere que también nosotros, sus miembros, tomemos parte en esta acción exterminadora del pecado: extirpando primero en nosotros hasta en sus más profundas raíces, es decir en nuestras malas tendencias. Y esto por ley de solidaridad, pues el mal de uno es también mal de los otros y todo pecado gravita sobre el mundo, intentando apartarlo de su centro, que es Dios.

Por eso todos los cristianos y especialmente las almas consagradas a Dios, deben sentirse profundamente interesados en esta lucha contra el pecado, y deben combatirlo con todos los medios aptos: con la penitencia y la oración. expiatoria, y sobre todo con el amor. El amor de caridad, si es perfecto, destruye el pecado con más rapidez y perfección que el fuego del purgatorio, aun sin ninguna manifestación externa. He aquí por que los Santos pudieron convertir tantas almas, porque Dios se sirvió del fuego de su caridad para destruir los pecados de los hombres.

"¡Oh, válgame Dios, Señor! ¡Oh, qué dureza! ¡Oh, qué desatino y ceguedad! Que si se pierde una cosa, una aguja, o un gavilán que no aprovecha mas de dar un gustillo a la vista de verle volar por el aire, no da pena, ¡y que no la tengamos de perder esta Águila caudalosa de la majestad de Dios y un reino que no ha de tener fin el gozarle! ¿Qué es esto? ¿qué es esto? Yo no lo entiendo. Remediad, Dios mío, tan gran desatino y ceguedad" (TJ. Ex. 14.4)

" Yo quedé tan lastimada de la perdición de tantas almas, que no cabía en mi... clamaba a Nuestro Señor, suplicándole diese medio como yo pudiese algo para ganar algún alma para su servicio, pues tantas llevaba el demonio, y que pudiese mi oración algo, ya que no era para más" (TJ. fd. 1,7). "Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de una alma de las muchas que allí se perdían" (Cam. 1,2). " Y así se acaece que cuando en las vidas de los Santos leemos que convirtieron almas, mucha mas devoción me hace y mas ternura y mas envidia que todos los martirios que padecen; por ser esta la inclinación que Nuestro Señor me ha dado, pareciéndome que precia más un alma que por nuestra industria y oración le ganásemos mediante su misericordia, que todos los servicios que le podemos hacer" (Fd. 1,7).

sábado, 13 de febrero de 2010

Los Santos rezaban todos los dias el Santo Rosario


¿Que es el Santo Rosario?







«San Carlos Borromeo, gran arzobispo de Milán, rezaba todos los días con especial devoción su rosario y decía a los sacerdotes: "Les pido que en la confesión recomienden mucho el rezo del santo rosario."»
«San Juan de la Cruz rezaba cada día el rosario, de rodillas, con especial fervor.»



«San Francisco de Sales, (+1621) el santo más amable que ha existido, el que convirtió al catolicismo más de 70000 protestantes, dedicaba cada día una hora a rezar su rosario; esto por más de 40 años. Y decía: «Rezar mi rosario es mi más dulce ocupación y una verdadera alegría, porque sé que mientras lo rezo estoy hablando con la más amable y generosa de las madres».


«Santa Bernardita Soubirous, la jovencita que tuvo el honor de que la Santísima Virgen se le apareciera 18 veces en Lourdes en 1858, era una niña pobre e ignorante pero muy santa. Ella decía: "Yo no hice estudios y soy muy ignorante, pero sé rezar mi rosario, y con él logro comunicarme con nuestro Señor y con la Virgen Santísima." Desde muy niña lo rezó siempre, y mientras rezaba su rosario se le apareció por primera vez la Santísima Virgen. Después, ya religiosa, las demás monjitas la veían largos ratos de rodillas rezando el rosario y se sentían orgullosas de arrodillarse junto a ella y acompañarla en tan bella oración. Bernardita les decía: "Ah, si supieran lo buena y generosa que es nuestra Señora, amémosla mucho. Recémosle con cariño su rosario y pongámonos bajo su protección y veremos qué grandes ventajas conseguimos con ello".»

«Santa Margarita María Alacoque, la santa a la cual se le apareció el Sagrado Corazón en 1675, rezaba cada día de rodillas el Rosario entero (los 15 Misterios).

Y dice que un día vio a la Sma. Virgen con el rostro muy serio porque ella estaba rezando muy distraída las avemarías y que en adelante se propuso rezarlas con más devoción.»

«Santa Luisa de Marillac, fundadora de las hermanas Vicentinas, deseaba que sus religiosas llevaran su camándula bien visible, a la vista de todos.

Y su fervor al rezar el rosario era tal, que las hermanas porfiaban por estar cerca de ella mientras lo rezaban. Pronunciaba cuidadosamente las palabras del Padrenuestro y del Avemaría, como saboreándolas y gustando sus dulzuras espirituales.»


El Padre Pío recitaba el rosario en todos lados: en la habitación, en los corredores, en la sacristía, subiendo y bajando las escaleras, de día y de noche. Al preguntarle cuántos rosarios rezaba cada día desde la mañana a la noche, respondió él mismo: "A veces cuarenta, otras veces cincuenta". Y al preguntarle cómo hacía, respondía: "¿Y cómo haces tú para no recitarlo?" Un místico tiene una vida que va más allá de las leyes del espacio y del tiempo, por lo cual se explican las bilocaciones y otros carismas que abundaban en el Padre Pío. Al respecto, resulta clara la llamada de Cristo para el que lo sigue de "rezar siempre", para el Padre Pío se había convertido en "rosario siempre", es decir, María siempre en su vida. El padre Tarcisio de Cervinara, uno de los capuchinos más íntimos del Padre Pío, refiere que el padre le confiaba frente a tal enigma: "Yo puedo hacer tres cosas a la vez: rezar, confesar y salir a recorrer el mundo."»

Estos son solo unos de muchos santos que han rezado el santo rosario como parte de su vida espiritual y para pedir a María Santísima la protección en momentos de tribulación para nuestra alma.

María, nuestra Madre la fuente de todas las gracias ansiosa espera que nosotros le pidamos aquellos favores que tanto anhelamos. Y se complace en derramar estas gracias concedidas para nosotros. Especialmente cuando pedimos por los demás; por los más necesitados; por nuestros Sacerdotes que tanto son atacados por el demonio Y por nuestras familias.

Agradezco a todos aquellos que me mandaron su compromiso de rezar el santo rosario por las intenciones corporales y espirituales de Nuestro Queridisimo Obispo Thomas J. Olmsted. Hasta el día de hoy recibí 13,000 Rosarios y con el favor de Dios se que más personas se unirán y juntaremos muchos mas pétalos para nuestra queridísima Madre María Santísima.

Ella nunca tarda en darnos una muestra de su inmenso amor por todos nosotros sus pequeñitos.

¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!

¡Oh Dulce Corazón de María, sed la salvación mía!