EL PRIMER HOMBRE
Y LA PRIMERA MUJER
Dios creó la primera pareja humana: el hombre la mujer,
que Él destino a completarse mutuamente.
En los dos sexos unidos ha realizado el Creador el ideal de la humanidad.
Cada sexo tiene sus características;
unidos verifican adecuadamente la noción de hombre.
Dios ha asignado al hombre el trabajo
vigoroso que exige firmeza y energía. Su
voluntad es fuerte, su carácter inquebrantable; en sus resoluciones es
constante. Experimenta un gozo intenso
en el ejercicio completo de sus facultades en la lucha por la vida. Pronto veríamos arruinado el organismo de la
mujer si con sus fatigas hubiera de ganar el pan de cada día.
Su misión es el velar por la familia,
el emplear su afecto sin límites en la educación de sus hijos y regocijar con
una sonrisa la frente preocupada del marido al volver de su trabajo. Su fuerza no igual a la del hombre, pero es en
cambio más paciente y perseverante.
Dios ha realizado el ideal de la
humanidad al crear al hombre y la mujer.
Los atractivos incomparables de la vida de familia, el amor conyugal, el
cariño de los hijos, aun el patriotismo, tienen su fundamento en la distinción de
los dos sexos.
El mundo tiene necesidad del hombre,
tiene necesidad de la mujer. Necesita la fuerza del primero y la ternura de la
segunda. Necesita la tenaz energía del
hombre y el afecto, la belleza, la sensibilidad de la mujer. He ahí la razón por la cual Dios colocó en el
paraíso terrenal la primera mujer al lado del primer hombre.
Dr. Toth Tihamer