De rodillas delante de la imagen de la Purísima Concepción, dígase devotamente:
Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento del altar y la Inmaculada Concepción de María Santísima, Madre de Dios y Señora nuestra, concebida sin pecado original en el primer instante de su ser. Amén. Por la señal , etc.
ACTO DE CONTRICION
Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Criador, Padre y Redentor mío, en quien creo, en quien espero y a quien amo sobre todas las cosas, por ser Vos quien sois, Bondad infinita, me pesa de haberos ofendido y propongo firmísimamente nunca más ofenderos. Perdonadme, Salvador mío, y esforzadme siempre en vuestro amor. Y ahora dadme gracia para hacer devotamente esta novena en honra de la Santísima Trinidad y de la purísima Concepción de vuestra Madre, a la cual Vos, en este misterio, por medio del Romano Pontífice, vicario vuestro, habéis dado por patrona a toda España, para que nos libre de todos los males y nos alcance todos los bienes, hasta llegar a gozarlos en la gloria. Amén.
ORACION A LA SANTISIMA TRINIDAD
SANTISIMA Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas y un solo Dios, os sean dadas infinitas alabanzas y gracias en el cielo y en la tierra por el misterio de la Inmaculada Concepción, y por todos los demás misterios de vuestra Hija, Madre y Esposa, la gloriosísima Virgen María, especialmente.
*** Porque ya en aquel instante la confirmasteis en gracia con un don tan singular, que nunca en toda su vida cometió pecado o imperfección alguna, aun la más leve***(I).
Dígoos, Señor, con todo mi afecto, que me alegro cuanto me es posible de todas las excelencias que le concedisteis, porque son tan en honra vuestra y suya; y que deseo glorificaros por ellas por toda la eternidad, ofreciéndoos ahora tres veces el Padre nuestro, Avemaría y Gloria Patri.
ORACION A LA MADRE DE DIOS
DIGNISIMA Hija del Eterno Padre, Madre del divino Hijo Y esposa del Espíritu Santo, poderosísima y benignísima patrona de España en el misterio de vuestra purísima Concepción; en Vos, Señora, después de Dios, pongo toda mi esperanza. Suplicoos que así como y o me alegro de todas vuestras excelencias, y las venero todas en este misterio, ofreciendo por ellas alabanzas y gracias a la Santísima Trinidad; así Vos, en memoria de las mismas excelencias y del mismo misterio, intercedáis por mí con la Trinidad Santísima, y me tengáis siempre bajo vuestro amparo. No me dejéis, Señora, porque si no, me perderé; que yo tampoco quiero dejaros a Vos, antes bien, crecer cada día mas en vuestra verdadera devoción. Y alcanzadme principalmente tres gracias: La primera, el asegurar cuanto me sea posible el entero perdón de mi vida pasada, viviendo en adelante con un perpetuo horror a todo pecado. La segunda, el continuo ejercicio de las virtudes, singularmente de las propias de mi estado, y de la caridad con Dios y con el prójimo. Y la tercera, una grande esperanza en la Pasión y muerte de vuestro Santísimo Hijo y en vos en la hora de mi muerte; de modo que se alegre en aquellas agonías mi corazón con vuestros dulcísimos nombres Jesús y María hasta expirar. También os ruego, Señora, que amparéis siempre a nuestra nación, ya que sois su Patrona, y que le hagáis florecer en la fe, en la piedad y en todas las demás felicidades. Y ahora más particularmente os suplico que me alcancéis el favor que os pido en esta Novena, si es de mayor gloria de Dios y más conveniente para mi salvación. (Pídase la gracia que se desea alcanzar en esta Novena). Imploro por intercesores con vuestra clemencia en todas mis suplicas al Santo Ángel de mi guarda, al santo de mi nombre, a Santiago Apóstol y a todos los ángeles y Santos, de los cuales sois la Reina, y en cuya compañía deseo y espero alabaros por todos los siglos de los siglos. Amén.
ANTIFONIA A LA MADRE INMACULADA
V. Eres toda hermosa, Oh María.
R. Eres toda hermosa, Oh María.
V. Y no hay en ti pecado original.
R. Y no hay en ti pecado original.
V. Tú la gloria de Jerusalén.
R. Tú la alegría de Israel.
V. Tú el honor de nuestro pueblo.
R. Tú la abogada de los pecadores.
V. Oh María.
R. Oh María.
V. Virgen prudentísima.
R. Madre clementísima.
V. Ruego por nosotros
R. Intercede por nosotros a
nuestro Señor Jesucristo.
V. Tú Inmaculada Concepción,
Virgen Madre de Dios.
R. Anunció el gozo al universo mundo.
ORACION Dios, que por la Inmaculada Concepción de la Virgen preparaste digna morada a tu Hijo, te rogamos que, pues la preservaste de toda mancha por la futura muerte del mismo Hijo tuyo, nos concedas, limpios por su intercesión, llegar también a poseerte. Por el mismo Cristo Señor nuestro. Amén.
Día Segundo
Porque ya en aquel instante la librasteis de la concupiscencia o propensión al mal tan perfectamente, que jamás sintió inclinación indeliberada contra la virtud, antes bien una grande suavidad en ella. Digoos, Señor, etc.
Día tercero
Porque ya en aquel instante la adornasteis con la gracia, no cualquiera, sino con una gracia singularísima, copiosísima, como un caudal inmenso, que fué en aumento por toda su vida con aumentos que llenan de asombro. Digoos, Señor, etc.
Día cuarto
Porque ya en aquel instante, a proporción de la copiosísima gracia con que la adornasteis, la infundisteis la hermosa variedad de todas las virtudes y dones del Espíritu Santo, que aumento también como la gracia. Digoos, Señor, etc.
Día quinto
Porque ya en aquel instante le adelantasteis el uso de la razón perfectísimamente, de modo que le duró después sin interrupción toda su vida, con plenísima libertad para obrar bien. Digoos, Señor, etc.
Día sexto
Porque ya en aquel instante le infundisteis copiosísima sabiduría y luces inexplicables, con intensísimos auxilios para merecer. Digoos, Señor, etc.
Día séptimo
Porque ya en aquel instante la elevasteis a actos y meritos perfectísimos de todas las virtudes, singularmente a inefables incendios de caridad. Digoos, Señor, etc.
Día octavo
Porque ya en aquel instante la enriquecisteis abundantísimamente con las gracias, graciosamente dadas, de profecía, de dar salud a los enfermos, de obrar grandes prodigios y otras admirables. Digoos, Señor, etc.
Día noveno
Porque ya en aquel instante la criasteis con toda aquella majestad y hermosura de cuerpo y alma, que pedían las dignidades altísimas a que estaba destinada: de Reina de los Ángeles y de los hombres; de principal y universal Cooperadora con Cristo en la obra de la redención humana; de Triunfadora del infierno; de Abogada, Medianera y Madre nuestra misericordiosa, con otras muchas; pero principalmente, la mayor de todas, que es ser verdadera Madre de Dios. Digoos, Señor, etc.