
La memoria hace de mortificar en las cosas siguientes:
1ª Refrenar los pensamientos viciosos y procurar olvidar los agravios que nos haya hecho nuestro prójimo; hacer lo mismo con las cosas lascivas que se hayan visto u oído, y cualquier otra cosa mala que venga a la memoria.
2ª Cerrar la puerta a todos los pensamientos vanos e inútiles, que llenan el alma de imaginaciones e impiden la atención en la oración.
3ª No dar lugar a los pensamientos, por buenos que sean, si vienen fuera de tiempo, como, por ejemplo, en la oración, Misa y demás devociones, si no son conformes a estas mismas obras. Y para que la memoria este bien ocupada constantemente, no hay como ejercitarse en estar siempre en la presencia de Dios.
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