"POR LA CONVERSION DE LOS INFIELES"

¡Dios te salve, María, Virgen y Madre de Dios! Aunque miserable pecador, vengo con la mayor confianza a postrarme a vuestros pies santísimos, bien persuadido de ser por ti socorrido de que eres la que, con tu gracia y protección poderosa, alcanzas al género humano todas las gracias del Señor. Y si estas suplicas no bastaran pongo por medianeros y abogados a los nueve coros de los Ángeles, a los Patriarcas, y Profetas, a los Apóstoles y Evangelistas, a los Mártires, Pontífices y Confesores; a las Vírgenes y Viudas; a todos los Santos del Cielo en especial al Cura de Ars, Santa Filomena, San Francisco de Asís, San Benito y justos de la tierra. Cuiden de esta página y de lo que aquí se publica para el beneficio de los fieles de la Iglesia Católica; con el único fin de propagar la fe. Que, esta página sea, Para Mayor Gloria de Dios.

jueves, 17 de mayo de 2012

Entresacado de las obras ascéticas de S. Alfonso Maria de Ligorio


Practica de la virtud de la Paciencia

El Apóstol Santiago dice que la paciencia es la obra perfecta de un alma.  Esta tierra es lugar de meritos, y por lo tanto no de reposo, sino de trabajos y padecimientos; el que sufre con paciencia, sufre menos y se salva; y el que padece con impaciencia, sufre mas y se condena.  La paciencia se ha de practicar:

I.º En Las enfermedades.  La enfermedad es la piedra de toque de la verdadera virtud; algunos son devotos cuando disfrutan de buena salud; pero, visitados por la enfermedad, se impacientan, se quejan de todos, se entregan a la tristeza y cometen un sinnúmero de faltas.

2.º En la muerte de los parientes. ¡Cuántos por la muerte de un pariente quedan inconsolables, hasta llegar a abandonarla oración, los sacramentos y todas sus devociones¡ Algunos llegan a quejarse del mismo Dios. ¡Que temeridad!

3.º En la pobreza, sufriendo con resignación la perdida de los intereses y confiando en el Señor, que no dejara de socorrer a quien en El confía.


4.º En los desprecios y persecuciones; pues si Jesús, siendo tan inocente, ha padecido tanto por nuestro amor. ¡que mucho que padezcamos nosotros por amor suyo!

5.º En las tentaciones.  Almas hay tan pusilánimes, que si la tentación es larga se acobardan y se creen abandonadas de Dios.  Sin embargo, Dios no permite nunca que seamos tentados sobre nuestras fuerzas; y por cada tentación vencida se ganan muchos grados de gloria.  Preciso es pedir al Señor que nos libre de las tentaciones; pero cuando estas no acometen, conviene resignarse a la voluntad de Dios, rogándole que nos de fuerzas para resistirlas.