"POR LA CONVERSION DE LOS INFIELES"

¡Dios te salve, María, Virgen y Madre de Dios! Aunque miserable pecador, vengo con la mayor confianza a postrarme a vuestros pies santísimos, bien persuadido de ser por ti socorrido de que eres la que, con tu gracia y protección poderosa, alcanzas al género humano todas las gracias del Señor. Y si estas suplicas no bastaran pongo por medianeros y abogados a los nueve coros de los Ángeles, a los Patriarcas, y Profetas, a los Apóstoles y Evangelistas, a los Mártires, Pontífices y Confesores; a las Vírgenes y Viudas; a todos los Santos del Cielo en especial al Cura de Ars, Santa Filomena, San Francisco de Asís, San Benito y justos de la tierra. Cuiden de esta página y de lo que aquí se publica para el beneficio de los fieles de la Iglesia Católica; con el único fin de propagar la fe. Que, esta página sea, Para Mayor Gloria de Dios.

viernes, 1 de abril de 2016

LOS PLANES DEL CREADOR



“Dios creo al hombre a su imagen:
Lo creo a la imagen de Dios;
Lo creo hombre y mujer.  Y los bendijo
 Y les dijo: sed fecundos, multiplicaos,
Poblad la tierra”

(Gen. 1,1-27-28)


Hacia millares de años que la tierra continuaba su caminito alrededor del sol.  En su seno bullía aun la ardiente lava.  De vez en cuando se abría su corteza, que se iba endureciendo, pero el enfriamiento estaba casi acabado.
          Las vastas selvas cubrían la tierra.  La primavera exhibía sus deslumbrantes riquezas, los pájaros cantaban con el viento. Todo anunciaba la vida, la fuerza, la energía dispuesta a la acción.
          Un ser faltaba aún.
          Para él cantaba el turpial, para él la flor exhalaba su perfume, para él producía el árbol sus frutos.
          Un solo ser faltaba.

          Un solo ser que, dotado de inteligencia y consiente de sus acciones, pudiera encerrar en su alma, ávida de infinito, todas esas bellezas, todas esas magnificencias; un solo ser que, no contento con ser una voz en medio del gran concierto de la naturaleza, consagrara sus facultades superiores a interpretar los trinos de las aves, el murmullo de los torrentes, el perfume de las flores, el cuchicheo de los bosques, el gemido de los vientos, la grande majestad de las montañas; un solo ser que pudiera ofrecer al Creador su alma repleta de las claridades de la creación, semejante a un cantico de eterna gratitud. 

Dr. Toth Tihamer

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