"POR LA CONVERSION DE LOS INFIELES"

¡Dios te salve, María, Virgen y Madre de Dios! Aunque miserable pecador, vengo con la mayor confianza a postrarme a vuestros pies santísimos, bien persuadido de ser por ti socorrido de que eres la que, con tu gracia y protección poderosa, alcanzas al género humano todas las gracias del Señor. Y si estas suplicas no bastaran pongo por medianeros y abogados a los nueve coros de los Ángeles, a los Patriarcas, y Profetas, a los Apóstoles y Evangelistas, a los Mártires, Pontífices y Confesores; a las Vírgenes y Viudas; a todos los Santos del Cielo en especial al Cura de Ars, Santa Filomena, San Francisco de Asís, San Benito y justos de la tierra. Cuiden de esta página y de lo que aquí se publica para el beneficio de los fieles de la Iglesia Católica; con el único fin de propagar la fe. Que, esta página sea, Para Mayor Gloria de Dios.

miércoles, 2 de septiembre de 2009

MORTIFICACIÓN DEL ENTENDIMIENTO POR SAN ANTONIO MA. CLARET


Es el entendimiento la raíz de cuanto bueno y malo hay en el hombre. Grande Sacrificio hace a Dios el que le rinde su propio entendimiento o Juicio, con especialidad en los casos siguientes:

1.º En apartar o vencer la desidia o negligencia, en saber las cosas de su obligación, las que cada uno debe saber perfectamente para no incurrir en la indignación y reprobación de Dios, según dice el Apóstol con estas palabras: El que ignora, será ignorado.

2.º En Sujetar el propio parecer o juicio al de los superiores, juzgando acertado lo que ellos mandan, y obedeciendo siempre, si lo mandado no es contra la ley de Dios.

3.º En Sujetar el propio juicio o parecer al de otro, aun cuando este no sea tan sabio ni superior, a no ser en cosas malas, porque en este caso ni puede ni debe sujetarlo; pero fuera de este caso, procurar no disputar ni porfiar, sino condescender, porque la condescendencia, como dice san Francisco de Sales, es hija de la caridad, y engendra y nutre la paz y el amor en las familias y entre los demás prójimos.

4.º En mortificar los deseos de saber cosas dañosas e inútiles, ora sea de lo que enseñan los libros prohibidos, ora de lo que hablan las personas murmuradoras que tienen gusto de contar vidas ajenas o lo que pasa en las casas o en la población.

5.º No juzgar las obras ni palabras ajenas, a no ser qué a ello obligue el oficio de superior, porque este debe velar o sospechar sobre lo que dicen, hacen o pueden hacer las personas que le están sujetas, o para corregirlas si han hecho o hablado mal, o para prevenir el mal e impedirlo; pero en cuanto a los demás, juzgar siempre de ellos lo mejor que se pueda, y en las cosas evidentemente malas, juzgar siempre con piedad, pensando que nosotros hartos defectos tenemos, y que, si nos hallásemos en el caso del prójimo y Dios no nos detuviese, seriamos peores que el.

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