NOVENA DE NAVIDAD
MEDITACION I
(16 de Diciembre)
DIOS NOS DIO A SU UNIGENITO POR SALVADOR
Dedit te in lucem gentium, ut sis salus mea usque ad
extremum terrae
Te he constituido en luz de los gentiles, para que mi
salvación llegue hasta el fin de la tierra
Consideremos cómo el Eterno Padre dijo al Niño Jesús en el instante de su concepción estas palabras: Hijo, yo te he dado al mundo como luz y vida de las gentes, para que procures su salvación, que estimo tanto como si fuese la mía. Es necesario, pues que te emplees completamente en beneficio de los hombres. "Dado completamente a ellos y entregado por completo a sus menesteres". Es necesario que al nacer padezcas extremada pobreza, para que el hombre se enriquezca; es necesario que seas vendido como esclavo, para que el hombre sea libre; es necesario que, como esclavo, seas azotado y crucificado, para satisfacer a mi justicia la pena debida por el hombre; es necesario que sacrifiques sangre y vida, para librar al hombre de la muerte eterna. Sábete, en suma, que ya no eres tuyo, sino del hombre. Pues un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Así, querido Hijo mío, es como el hombre se rendirá a amarme y a ser mío, viendo que le doy por completo a ti, Hijo mío unigénito, y que ya no me resta más que darle.
Así amo Dios (¡Oh amor infinito, digno solamente de un Dios infinito!), así amo Dios al mundo, que entrego a su Hijo unigénito. El Niño Jesús no se contristo a esta propuesta, sino que se complació en ella, aceptándola con amor y regocijo: Salta cual gigante a correr la ruta. Y desde el primer momento de su encarnación se entrego por completo al hombre, y abrazo con gusto todos los dolores e ignominias que había de sufrir en la tierra por amor de los hombres. Estos fueron, expone San Bernardo, los montes y collados que había de atravesar Jesucristo con tanto apresuramiento para salvar a los hombres: Helo aquí que viene saltando por las montañas, brincando por las colinas.
Piensa aquí como el divino Padre, enviando a su Hijo para ser nuestro Redentor y sellar la paz entre El y los hombres, se obligo en cierto modo a perdonarnos y amarnos, por razón del pacto que hizo de recibirnos en su gracia, puesto que el Hijo satisfacía por nosotros a la divina justicia. A su vez, el Verbo divino, habiendo aceptado la comisión del Padre, el cual (enviándolo a redimirnos) nos lo daba, se obligo también a amarnos, no ya por nuestro meritos, mas para cumplir la piadosa voluntad del Padre.
Afectos y súplicas
Amado Jesús mío, si es verdad, como dice la ley, que el dominio se adquiere con la donación, vos sois mío, por haberos vuestro Padre entregado a mí: por mí nacisteis y por mí os habéis dado. Por eso puedo con razón exclamar: Dios mío y mi todo. Y ya que sois mío, mías son vuestras cosas, como me lo afirma vuestro Apóstol: ¿Cómo no juntamente con El nos dará de gracia todas las cosas? Mía es vuestra sangre, míos vuestros meritos, mía vuestra gracia, mío vuestro paraíso. Y si sois mío, ¿quién podrá nunca separaros de mi? Nadie podrá quitarme a Dios, exclamaba jubiloso San Antonio Abad. Así quiero yo exclamar en adelante. Tan sólo por culpa mía puedo perderos y separarme de vos; pero, Jesús mío, si en lo pasado os dejé y perdí, ahora me arrepiento con toda el alma y me resuelvo a perderlo todo, aun la vida, antes que perderos a vos, bien infinito y único amor de mi alma. Os doy gracias, Padre eterno, por haberme dado a vuestro Hijo, y a cambio de habérmelo dado por completo a mí, miserable, yo me entrego todo a vos. Por amor de este mismo Hijo, aceptadme y estrechadme con los lazos de amor a este mi Redentor, pero estrechadme de manera que pueda también exclamar: ¿Quién nos apartara del amor de Cristo? ¿Qué bien del mundo podrá separarme de mi Jesucristo? Salvador mío, pues sois todo mío, sabed que yo soy todo vuestro; disponed de mi y de mis cosas como os agradare. ¿Cómo podría negar nada a Dios, que no me negó nada, ni su sangre ni su vida?
María, Madre mía, custodiadme con vuestra protección. No quiero ya pertenecerme más, sino pertenecer por completo a mi Señor. Pensad en hacerme fiel; en vos confió.
María, Madre mía, custodiadme con vuestra protección. No quiero ya pertenecerme más, sino pertenecer por completo a mi Señor.
ResponderBorrarque hermosa peticion,gracias por esta bendicion.
mary
Amen...
ResponderBorrarSi juan carlos, mil veces amen..
ResponderBorrarQue belleza y que detalle tan grande, el echo de ser libre para y lograr llamarme ser hija del Altísimo. Que hermoso saber que me ama tanto ,con un amor divino y celestial.
ResponderBorrarNada contaminado,ni comparado con el amor humano.
Que hermoso detenerme y contemplar esa Mirada tierna de Mi Padre Dios.
Un padre, que no a escatimado en nada y, todo nos lo ha dado, todo lo ha entregado para que nuestra alma logre regresar al hogar.
Cuanta ternura y anhelo de santidad nace del alma al contemplar ese dialogo de amor entre el Padre y el hijo de su corazón.
Cuanto amor del hijo para ese Padre que tanto sufre el agravio de sus hijos ausentes del hogar.
Que grande y sublime es la lección del amor del Padre por sus hijos y del hijo por su Padre.
Nada se compara como contemplar la mirada de ese Padre Bueno,escuchar su silencio y silenciar completamente el alma para entender su mensaje de amor contemplando sus ojos que nos miran
y, un Amor que nos cuida desde
lejos o de cerca,
escondido o silencioso pero que logra hablar en lo profundo a los hijos de su corazón.
Un mensaje de Amor; de ese amor del principio.
un amor que nos a amado desde antes ,desde el mismo vientre de nuestra madre,ese amor que nos conoce por nuestro nombre, ese amor que no tiene otra alegría mas que el hijo logre regresar al hogar.
No,nadie como nuestro Dios!
Gracias a Dios por todos estos eternos enamorados de su amor.
Gracias a Dios, por nuestros santos y santas que nos han dejado un legado de amor a través de sus vivencias, escritos y su testimonio de amor al padre celestial, Dios uno y Trino.
Gracias a Dios, por ese "si" a la vida en santidad y por esa negación total a los enemigos del alma.
Gracias por los mandamientos,
Gracias por los Sacramentos,
Gracias, por nuestra Fe Católica,
Gracias, por todas las Bendiciones concedidas para Salvación de nuestra Alma.
Gracias, por el cuidador de mi Alma y por su Sacerdocio Santo,
Gracias, por todos los sacerdotes que luchan por ser la voluntad del Padre Celestial,
ser Cristos vivos en este mundo sin Dios.